Suzanne Powell
Dejar
ir es una de las lecciones mas difíciles de asimilar, porque
siempre queremos tener lo que más deseamos: Ser amados con
reciprocidad, obtener los éxitos, logros, objetivos propuestos.
Cuando
no conseguimos aquello que anhelamos viene la frustración, la
ansiedad, depresión, el dolor, la angustia, y todo lo demás.
Queremos
que las personas y los eventos fluyan y sean como a nosotros nos
conviene, pero lamentablemente, así no es como funciona. Muchas
personas vienen, para enseñarnos lo que necesitamos y luego se van.
Dejar
ir cuando se ama demasiado, como en el amor de pareja es muy difícil
y doloroso, eso sin contar con el apego, el ego, el orgullo, el amor
propio herido.
Cuando
no somos amados con reciprocidad, es imprescindible comprender que
hay que liberar a ese ser que amamos, para que encuentre su destino
y sea feliz. Desear la felicidad del otro, antes que la de una
misma, eso, es amor verdadero e incondicional.
Desapegarnos
sin resentimiento, sin luchar, aceptando lo que hay, siendo
consientes de que esa es nuestra realidad, pocas veces se logra con
facilidad.
Abrir
nuestros brazos, para liberar a la persona amada. A ese niño, para
que vuele y camine por sus propios pies, viva experiencias, cometas
errores y aprenda de ellos, para que al final, sea un ser completo e
integro, es una árdua tarea, que conlleva desprendimiento y dolor,
pero que es indispensable hacer.
Todos
en algún momento, nos enfrentarnos a este suceso: Dejar Ir,
liberar, soltar, des-apegarnos.
¿Como
hacer, para curar esas heridas y desprendernos de aquello que tanto
amamos, pero que por las razones que sean, ya termino su ciclo?
¿Como
sanar el alma, cuando el sufrimiento es inmenso?
Es
un proceso de introspección, de conectarnos con nuestro ser
interior.
Tener
nuestro duelo, llorar nuestro inmensa perdida, porque duele, duele
demasiado. Solo el tiempo, el aceptar las cosas como son, es lo
único que puede ayudar, y entender que hay que dejar libre a lo que
mas se ama.
No
podemos cortar-le las alas a nadie, eso no es sano y no es amor.
El
amor verdadero es libre, y no puede estar sujeto a nuestra voluntad.
Asimilar
los fracasos, comprendernos y aceptarnos, porque no se puede hacer
mas que desear la felicidad de ese otro ser.
En
esta problemática también hay que tener en cuenta
nuestro amor propio herido. A veces solo es nuestro ego, el ser
rechazados, el aferrarnos con uñas y dientes a un imposible. Como
entender la diferencia?
Escuchando
nuestro corazón, conectándonos con nosotros mismos, nuestra
intuición. Nuestro Dios interior siempre sabe, y conoce todas las
respuestas, solo tenemos que escuchar.
Ver
lo que en verdad es esencial, que nada tiene que ver con lo
material. Apreciar lo importante y trascendental desde el corazón,
y vivir en consecuencia.
Aprender
la paciencia, la humildad, la tolerancia, a sobreponerse a las
perdidas de toda índole. Son pruebas que tenemos que sobrellevar.
Cuando
el destino, nos convoca una y otra vez, tal vez, ahí, lo que
tenemos que hacer es: Vencer el miedo, arriesgarnos, ser valientes,
y buscar fortaleza de donde no tenemos.
Cada
situación adversa a la que nos exponemos, tiene por objeto hacernos
crecer. En otros casos, el universo nos enfrenta a estos eventos,
porque es la única forma que hay, para que tomemos conciencia de
los cambios que tenemos que dar.
Aceptar
lo evidente, porque de otra forma no podría ser, no podríamos
avanzar. En todo caso, fueron nuestras expectativas las que fueron
defraudadas. Es preciso aceptar y trabajar el desapego.
La
felicidad solo aparece una vez, a veces somos tan ciegos, que no la
vemos, y la dejamos pasar.
Vivan,
amen de verdad, con cada fibra de su ser, luchen por lo que en
verdad es importante, no le cierren las puertas al amor, porque el
amor, es lo que en definitiva, vale la pena vivir y ser vivido con
todo, y sus consecuencias.
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