sábado, 27 de noviembre de 2010

E.T.¿LLAMAS A CASA?



Por Daniel Jacob
Hace poco me escribió una joven madre, quejándose de que su hija de tres años frecuentemente la mira con grandes ojos tristes y le dice: “Quiero ir a casa.” Al no tener una formación real en el lenguaje simbólico o “codificación”, la Mamá comenzó a explorar la Internet para descubrir lo que su hijita estaba intentando decirle. Aparentemente, este es un mensaje que la niña ha estado trasmitiendo (de una u otra forma) desde la primera vez que pudo comunicarse.
No es difícil comprender la alarma que debe sentir un padre al oír estas palabras en boca de una criatura. Y si la hija estuviese en la adolescencia, incluso habría un destello de miedo al oírlas, miedo de que su hija pueda tener planes para hacer algo DRÁSTICO para llevar a cabo ese profundo deseo de volver a “casa”.
Cuando la mujer llegó a www.thestarchildren.com, reconoció ahí algunos tonos que indicaban que tal vez yo sabía qué había detrás del mensaje que se transmitía. Después de todo, ¿no es una de las definiciones básicas de “hogar” en la mente de un niño “ese lugar donde tus padres viven y se preocupan por ti?” Entonces, ¿cómo podía estar la niña clamando por encontrar el “hogar” si ya estaba ahí?
Cuando leí la carta, mi mente se volvió inmediatamente a una lección que oí alguna vez de una entidad llamada Bashar, canalizada por Darryl Anka. En uno de sus mensajes, Bashar comentó que los niños pequeños (especialmente los infantes) muchas veces intercambiarán conciencia con las ballenas y los delfines para adaptarse con mayor facilidad a la densidad de la Tierra. Después de todo, esos mamíferos del mar pasan sus vidas enteras en un ambiente líquido, algo muy similar al líquido amniótico en el que nada un niño mientras toma forma en el vientre de su madre.
No me preocupaba que la niñita en cuestión estuviese lista para “desistir de la vida”. Simplemente sentí que ella estaba en un estado de PROFUNDA REMEMBRANZA de algo que es muy especial y muy universal, y ella es una persona especial aferrándose a una perspectiva única. Su madre pareció aliviada por eso.
Además, intuí que esta niñita podría beneficiarse grandemente al ver videos de delfines y ballenas –utilizando audífonos para experimentar las grabaciones del canto de la ballena, tal vez para que le recordase los posibles encuentros que pudiera haber tenido con ellas en sueños.
Según pienso, “hogar” es más un estado mental que una ubicación geográfica. Tuve una experiencia reciente de esto apenas la semana pasada. Fui a Long Beach, California, donde crecí, tomé algunas fotografías de mi vieja “casa solariega”, visité la Escuela Secundaria a la que fui y conduje por muchas de las tiendas donde solía comprar cuando era chico. Si “hogar” es una ubicación geográfica, me hubiera sentido más vivo que nunca mientras conducía por esas calles de la ciudad. En cambio, me sentí bastante alienado de mi viejo vecindario, entristecido porque me parecía muy diferente a lo que yo recordaba.
Mi viaje fue una combinación bizarra de llegar, desempacar, volver a empacar y seguir al próximo “lugar” en el que iba a pasar la noche. Después de un tiempo, comencé a resentirlo. Incluso cambié mi itinerario un poco, para poder pasar otra noche en Monterrey, una de mis ciudades favoritas en la costa. Esto me trajo un influjo de comodidad, pero todavía me encontré deseando haber elegido UNA UBICACIÓN donde pudiese estar “estacionario” y luego aventurarme afuera desde ahí.
Cuando volví a Washington, me encontré feliz de estarme reubicando en mis “alojamientos”. Es fácil encontrar las cosas ahí. Tengo cuanto necesito. Pero ¿eso lo convierte en “hogar”? Supongo que sí. La familiaridad y la comodidad son ambos grandes factores. Accesibilidad a los seres queridos, entorno familiar, comodidad y predecibilidad. Definitivamente, esos son componentes clave para sentirse en casa. Internamente, a veces me encuentro teniendo pensamientos familiares, cantando canciones familiares, para poder arraigarme y centrarme, de modo que me sienta más YO, en lugar de alguien más o algo más.
En nuestro reciente 11:11, muchos de nosotros utilizamos tiempo y energía visualizando el Nuevo Mundo en el que esperamos evolucionar. Invocamos a Guías y Maestros del Otro Lado. Y sí, aquellos de nosotros de origen extraterrestre, definitivamente nos tomamos tiempo para LLAMAR A CASA. ¿Estás viniendo “ellos” a buscarnos? Y de todos modos, ¿quiénes son ellos? ¿Pleyadianos? ¿Grises? ¿Sirianos? ¿Andromedanos? Muchos de nosotros ansiamos saber más del “linaje” del que provenimos.
Y así, estamos LLAMANDO A CASA. ¿Responderán ellos? ¿Vendrán por nosotros? Creo que sí. Muchos nos dicen que ellos ya están aquí. Después de todo, “ellos” son simplemente NOSOTROS, viviendo en otra forma, en otra dimensión. ¿Estamos listos para aceptar al “resto” de quiénes somos? Aquí reside el real factor determinante.
DJ
Copyright Daniel Jacob - noviembre 2010

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