sábado, 7 de mayo de 2011

EL REGRESO DE UN AMOR SAGRADO



El Regreso de un Amor Sagrado

COMENTARIOS Y CONSIDERACIONES  SOBRE LA DRAMÁTICA HISTORIA DE  "ALAGAMAL", LA MADRE DE  SRI BHAGAVAN RAMANA MAHARSHI  (El Santo de la Colina).

BASADO EN LOS ESCRITOS DE ARTHUR OSBORNE de su libro: "Ramana Maharshi y el Sendero del Autoconocimiento.  Publicado por primera vez en 1954 y reimpreso en 1963.  Demás ediciones en 1971 y 1976 por la Editorial Kler, s.a. Buenos Aires, Argentina. Y "Pláticas con Sri Ramana Maharshi" del 15 de mayo de 1935 al 20 de junio d 1936.  Publicado por: T. N. Venkataraman, Sri Ramanasraman, Tiruvanamalai, India.

       "Quién haya dudado alguna vez lo difícil que puede resultar para muchos la comprensión absoluta de la Naturaleza del Espíritu, encontrará en esta historia de madre e hijo, un asombroso testimonio que no deja lugar a dudas acerca de cuan titánica fue esta lucha de extremo amor del uno por el otro".
Escribe Osborne (Sinopsis de Pág. 75-76):
Poco Después del año 1900, Alagamal, la madre de Sri Bhagavan, luego de haber intentado infructuosamente y por todos los medios, de hacer que su hijo Swami abandonara la colina y volviera con ella, regresó a su casa en Manamadura con gran desilusión y lágrimas.  Más, al poco tiempo, murió su hijo mayor, Nagaswami. 
Dos años después el hijo más joven, Nagasundaram, muchachito de sólo diecisiete años, fue a Tiruvanamalai por primera vez para ver a su hermano Swami, a quién no veía desde que era tan solo un niño:
"Subió la Colina… y fue tal su emoción al verlo que lo abrazó y se hecho a llorar ruidosamente ante Él. Pero, Sri Bhagavan, al igual que en el caso de la madre, lo ignoró. Se quedo en un completo silencio… Inconmovible. Absorto en el Ser".
Luego de algún tiempo, Alagammal le hizo otra breve visita al Swami, después de regresar de un peregrinaje en Benares. Y, en 1914, fue también a Tirupati en otro peregrinaje, y otra vez se detuvo en Tiruvanamalai.  Pero, esta vez, cayó gravemente enferma y allí pasó varias semanas sufriendo mucho los terribles síntomas de la tifoidea (Una enfermedad que para ese entonces se consideraba mortal). 
Sri Bhagavan, ante la gravedad de la situación, rompió toda separación entre ellos y se dedicó a cuidarla muy solícitamente. Por cierto, los versos que compuso durante la enfermedad de su madre son el único testimonio conocido de una plegaria hecha por Él Mismo, para influir sobre el curso de los inevitables acontecimientos:
¡Oh Señor!  Colina de mi refugio que curas los males de los nacimientos recurrentes, a Ti te corresponde curar la fiebre de mi madre.
¡Oh Dios que matas la muerte!  Revela tus pies en el Loto del Corazón de aquella que me dio la vida, para que se refugie a Tus Pies y ampárala así de la muerte. 
¿Qué es la muerte si se le escudriña?
¡Arunachala, ardiente fuego de conocimiento!  Envuelve a mi madre en tu Luz y haz que sea una contigo.
¿Qué necesidad habrá pues de cremación? (En la India sólo los Santos son enterrados y no incinerados)
¡Arunachala, Disipador de la ilusión!  ¿Por qué te demoras en disipar el delirio de mi madre?  ¿No eres acaso Tú el que cuida como una Madre a todos aquellos que buscaron refugio en Ti, y los rescatas de la tiranía del karma?
Es aparentemente una plegaria para salvar a su madre de la fiebre, pero en realidad una plegaria para salvarla así mismo de la más grande fiebre de la ilusión y llevarla de vuelta a la Unicidad con el Atman (Espíritu de Dios), que es la conciencia liberada del delirio de la vida.
  Es inútil decir que Alagammal se recobró de su grave enfermedad.  Regresó a Manamadura. Pero después de esta plegaria las circunstancias ciertamente conspiraron para traerla de vuelta desde la vida del mundo a la del Ashram al pié de la Colina.
Comentarios:
   Sólo podemos imaginar la atmósfera sentimental que envolvió a los adeptos de aquel entonces, al ver a Sri Bhagavan despojarse de toda aquella hermética actitud anterior mostrada hacia Su madre, y que pretendió no dar lugar a equívocos ante ella, con respecto al "Real Estadio de Conciencia" en la cual Él se encontraba. Más, ahora, veían  sorprendidos como aquel Hombre Realizado, a quién le atribuían una conciencia no-dual y totalmente impersonal, se esmeraba afanosamente en todo lo tocante a los cuidados de su madre enferma; algo que podemos asumir, se impuso en Su Corazón como el también ser humano despierto y sensible que era.
   Un llamado emocional quizás; un clamor desde el más genuino Amor que le hacía Su ser más querido sobre la tierra; y que, a todas luces, se convierte en un mensaje auténtico, en un bienaventurado enunciado por encima de toda especulación, de que "no hay separación ni distingo entre la Voluntad de Dios y el Amor".   

    Sri Bhagavan, como tendremos la oportunidad de apreciarlo un poco más adelante, no sólo hizo esto para Su madre.  Osborne nos narra, en muchos de los detalles de la vida del Maharshi, como Éste se hacía partícipe del dolor inclusive físico de las personas que se acercaban a Él solicitando su ayuda e intervención.
Basta señalar por ahora un par de significativos ejemplos:

    "En los últimos años de la vida del Maestro, un caballero Ingles, al parecer muy amigo de Paul Bruntón, vino de visita al Ashram queriendo entrevistarse con Sri Bhagavan.  Pero llegó muy enfermo; con vómitos y fiebre muy alta. Fue llevado de inmediato a un recinto para que descansara y se recuperara de la intensa ola de calor que hacía para aquel entonces. Más allí, al parecer, perdió el conocimiento y cayó en un profundo coma". 
   "Se le notificó a Sri Bhagavan, y Éste, muy a pesar de su ancianidad, y que ya casi no podía mover siquiera Sus piernas por el reuma y la artritis, Se hizo llevar al recinto por dos fuertes chelas que lo cargaron y lo trasladaron.  Al llegar, colocaron a Sri Bhagavan junto a la cama del caballero Inglés y allí permaneció en un completo silencio;  tan sólo observándolo por un muy largo tiempo".
Narra Osborne: (Quien fue testigo presencial del hecho)
  "Sri Bhagavan se estuvo así por casi una hora completa y, de vez en cuando, solía descender uno de sus pies, tocaba el suelo con él y lo volvía a recoger sin dejar de observarlo. Minutos más tarde el inglés despertó completamente curado y, al ver al Maestro junto a él, intentó decir algo, pero Sri Bhagavan lo atajó dirigiéndole estas palabras: "No debe inquietarse, una conversación de corazón a corazón es más auténtica que cualquier palabra que queramos decir.  Descanse". Y se hizo llevar de nuevo a la sala principal del Ashram.  Luego el inglés, muy sorprendido, preguntó al mismo Arthur Osborne, que fue lo que le había hecho el Maestro, y éste simplemente le respondió que se había estado concentrando en él.  Nada más".
     De igual manera sucedía en la sala principal donde residía Sri Bhagavan la mayor parte del tiempo.  Cuenta Osborne que pudo observar en una oportunidad como una señora extranjera se quejaba ante el Maestro de una dolencia muy particular y aguda en los dedos de una de sus manos, y mientras conversaban, pudo ver que Sri Bhagavan comenzaba también a sobarse los mismos dedos en su propia mano, como si estuviera sufriendo del mismo dolor y la señora al parecer ya no sentía absolutamente nada. 
Y lo mismo ocurría cuando alguien le narraba algún suceso trágico o doloroso de su vida personal; los ojos del Maharshi – dice el escritor - se llenaban entonces de una compasión sin límites, y hasta se notaban lágrimas en sus ojos. Más, el interlocutor se retiraba luego como si el peso de la pena ya estuviera ausente. Lejos de él.
Lo explicó también muy claro en el caso de Echanmal:
Echanmal, como era ella llamada en el Ashram, había sido una feliz esposa y madre en la aldea Mandakolathur, pero antes de cumplir los veinticinco años de edad, perdió primero a su esposo, luego a su único hijo, y después, a su única hija.   
Aturdida por tan grande aflicción, torturada por la tragedia y los recuerdos, no podía hallar descanso. Buscando alguna paz, se dedicó inicialmente a servir a hombres santos en Bombay, pero regresó de allá tan acongojada como se había ido.  Luego oyó hablar de Sri Bhagavan e hizo el viaje hasta Tiruvannamalai:
  "Con un conocido trepó por la Colina hasta hallar al Swami.  Al verlo, se sentó y se mantuvo en silencio ante Él sin siquiera hablarle de su profundo dolor.  Pero no había necesidad alguna: El Maestro, para quién todos eran un libro abierto, tan solo la miraba y, de acuerdo con sus propias palabras, la compasión que brillaba en Sus ojos era tal, que resultaba un elixir curativo en si mismo".
"Ambos permanecieron más de una hora sin que se pronunciase palabra alguna entre ellos. Luego, Echanmal se levantó esperanzada, se dio media vuelta y se alejó sintiéndose ligera, más liviano que nunca el peso de su pena".  
   "Después de esto visitaba al Swami todos los días y confesó que en adelante, pudo hasta recordar a sus seres queridos sin sentir amargura alguna.  Pasó el resto de su vida en Tiruvannamalai sirviendo al Ashram, y fue en su casa donde se alojó Alagamal, la madre de Sri Bhagavan, cuando regresó para quedarse definitivamente".
Continúa (Sinopsis) Osborne:
      La casa de la familia del Swami, en Tiruchuzi (Manamadura), se había vendido para hacer frente a las deudas y pagar los gastos necesarios.  El cuñado de Alagammal, Nelliappier, había también muerto, dejando a la familia toda en una situación nada fácil.
En 1915, la esposa del hijo menor, Nagasundaram, de quién ya hemos hablado, falleció también, dejando a un niño que fue adoptado por la tía Alamela (la hija menor de Alagammal y hermana del Swami, casada en ese entonces).  Alagammal se hundí en un grande sufrimiento, muy deprimida y totalmente sola en aquel sitio, sintió que el único lugar donde podría ir en su vejes era junto a su hijo, junto al Swami.  Así, a comienzos de 1916 fue a radicarse resueltamente en Tiruvannamalai.
     Los adeptos, temiendo que el Swami pudiese abandonar su morada en silenciosa protesta debido a la cercana presencia de la madre de nuevo, tal y como abandonó su hogar en 1896, se mostraron contrarios a la idea de que Alagammal se quedase junto a Él.  El Swami seguía guardando absoluto silencio la mayor parte del tiempo, y su Mística Majestad les inspiraba tanta reverencia a todos, que, a despecho de sus maneras llenas de bondad con todos, cuando una cuestión como ésta se planteaba en lo tocante a sus deseos, nadie se atrevía a preguntarle directamente cual era su parecer. Y aún cuando alguien lo hiciera sabían que permanecería inmutable, sin decir palabra alguna; pues era de entenderse que el Swami no albergaba ningún tipo de deseos mundanos.  - El deseo de ver a su madre sana, tal como lo expresó en sus versos, fue algo completamente excepcional -.   
De tal manera que fue así, escuchando el parecer de los adeptos en el Ashram, que Alagammal fue a quedarse en casa de Echammal y, al igual que ella, comenzó a ocuparse del suministro de comida para todos en aquel lugar - un trabajo arduo y muy exigente.  Mas, con el deseo de tener también a su hijo menor viviendo cerca del Ashram, Alagammal envió a un adepto para que lo buscase y lo trajese.  El hijo menor renunció entonces al trabajo que tenía en Tiruvengada y se fue a vivir también en Tiruvannamalai. 
Al principio, el joven se radicó en la ciudad, comiendo en la casa de un amigo u otro y visitando cotidianamente el Ashram.   Sin embargo, no tardó mucho en pronunciar el voto de renunciamiento. Vistió la túnica color ocre tomando el nombre de Niranjanada Swami, aunque se le conocía más bien con el nombre familiar de "Chinnaswani", el pequeño swami, debido a que era el hermano menor de Sri Bhagavan".   
Y fue así, ahora con su madre y su menor hermano viviendo muy cerca de Él, que empezó una nueva época en la vida de aquel Ashram.
(Resumiendo un poco más)
      Para Alagammal, merced del gran aprecio y cariño que todos los adeptos comenzaron a profesarles a ella y a su hijo menor, la nueva vida junto al Swami vino a significar no obstante, "un severo adiestramiento". 

     No parecía dispuesta a desprenderse de su elevada condición de madre después de todo.  Su sentimiento de superioridad por ser el Swami su hijo, y el consecuente sentido de trato preferencial que esperaba de todos, y especialmente de Él para con ella, hicieron que Sri Bhagavan comenzara a retomar la dura actitud que  mostrara en su primera visita: 
"La mayoría de las veces Sri Bhagavan la ignoraba por completo. Y no le contestaba palabra alguna cuando se dirigía a Él, aunque si reparaba en los otros presentes".  "Si ella insistía en quejarse, solía decirle pacientemente: ¡Todas las mujeres son mis madres, no eres tú la única!

Al principio, esta actitud de Sri Bhagavan le hacía derramar muchas lágrimas a Alagammal. Se sentía despreciada y humillada, pero, gradualmente – cuenta Osborne -, la comprensión comenzó a desarrollarse lentamente en ella.  
Hubo también otras maneras de hacer comprender a Alagammal que aquel que había nacido de su vientre era al mismo tiempo una Encarnación Divina:
     "En una ocasión en que Él estaba sentado frente a ella desapareció por completo y en su lugar Alagammal vio un Lingam o columna de una Luz Cegadora.  Creyendo que esto significaba que el Swami había desechado la forma humana de su cuerpo por su culpa, la pobre mujer rompió en llantos y gritos alarmantes, todos vinieron en su auxilio; pero al punto, el Lingam desapareció y Él volvió a aparecerse como antes.  En otra ocasión lo vio coronado por una guirnalda y rodeado de aterradoras serpientes como "la representación de Shiva".  Esta vez le gritó llorando y con  desespero: ¡No! ¡Por favor, échalas, les tengo mucho miedo! ¡Échalas, por favor!" 
Después de esto, ella misma le rogó que en adelante sólo le apareciese en su forma humana. Así, el sentimiento de superioridad en ser la madre del Swami se fue derrumbando de a poco. El sentido de su ego se debilitó. Había comprendido duramente que la forma de su hijo que conocía y amaba, era tan ilusoria como otra cualquiera que pudiese tomar. Se consagró entonces, en adelante, por completo al servicio de los adeptos, a la disciplina devocional y a la meditación austera que allí se practicaba.
Y continúa Osborne:
     Hacia 1920 la salud de esta sensible mujer empezó a declinar lastimosamente. Ya no era capaz de trabajar tanto y se vio obligada a descansar más. Durante su enfermedad, que duró poco más de un año, Sri Bhagavan de nuevo la cuidó constantemente, pasando a menudo la noche junto a ella. Pero el fin llegó inevitable ya en 1922, durante el festival de Vahula Navami, que ese año cayó el 19 de mayo.   Sri Bhagavan y unos pocos se quedaron junto a ella todo el día sin comer.  Al caer la tarde se preparó una comida y Sri Bhagavan pidió a los adeptos que salieran a comer, pero Él no lo hizo.   Al anochecer se cantaron y recitaron los Vedas junto a ella, mientras otros invocaban el nombre de Rama.
   El pecho de Alagammal se levantaba con una respiración fatigosa y ruidosa, y mientras tanto, Sri Bhagavan permaneció sentado a su lado, con la mano derecha posada sobre su corazón Espiritual (el centro a la derecha del pecho) y la izquierda sobre su cabeza".
  Esta vez ya no había manera de prolongarle la vida sino sólo aquietar su mente, para que la muerte pudiera ser Mahasamadhi o absorción en el Atma. A las ocho de la noche ella se liberó finalmente de su cuerpo. 

Sri Bhagavan se levantó inmediatamente muy alegre y, para sorpresa de algunos, dijo: "¡Ahora ya podemos irnos a comer; no hay contaminación!".
    El significado de estas palabras, aunque pudieran parecer teatralmente insensibles para el occidental, tienen en verdad un significado muy profundo: "En la India una muerte acarrea una descontaminación que exige ritos purificatorios, pero ésta no había sido una muerte, sino, de acuerdo a las mismas palabras del Maharshi, "una reabsorción".  No había un alma desencarnada sino una Unión Perfecta con el Atman (o Espíritu Puro de Dios)  y por lo tanto no eran necesarios ritos purificatorios. Algunos días después Sri Bhagavan lo confirmó cuando dijo explícitamente: "Ella no murió, fue reabsorbida".
            Más tarde, describiendo el proceso en detalle, dijo:
 "Las tendencias innatas y la sutil memoria de las experiencias pasadas que conducen a posibilidades futuras llegan a ser muy activas en esos momentos" (Tal y como sucede en la práctica con esfuerzo del Savikalpa samadhi  - meditación ligera - que ya hemos mencionado).   
Escena tras escena todo se desenvolvió en esos momentos ante ella en la sutil subconciencia, puesto que los sentidos exteriores ya habían desaparecido.  El alma pasaba a través de una serie de experiencias cognitivas con respecto de sí misma, purificándose y evitando así la necesidad de renacer, y haciendo posible la Unión definitiva con el Espíritu.
 Por último, se libró de sus sutiles envolturas (nuestras latencias o vasanas más básicos e inconscientes) antes de llegar al Destino Final: a la Paz Suprema de la Liberación desde la cual ya no hay retorno a la ignorancia".  
Por más potente que fuese la ayuda prestada por Sri Bhagavan – agrega Osborne - fue indudablemente la santidad de Alagammal, su previo y duro renunciamiento al orgullo y al apego al mundo, lo que le permitió beneficiarse de todo ello. 
Sri Bhagavan comentó posteriormente:
"Sí, en su caso fue un éxito; en una ocasión hice lo mismo para Palaniswami (Uno de su primeros servidores y adeptos) pero cuando su final estaba próximo, fue un fracaso. Ël se regresó, abrió los ojos de nuevo al mundo y murió.  Más agregó que no obstante, el fracaso no fue completo, pues aunque el ego no fue reabsorbido en el Atma, la manera y condiciones en que murió le aseguraban un buen renacimiento".
El cuerpo de Alagammal no fue incinerado sino enterrado como corresponde a una mujer Santa; al pie de la Colina en el costado sur.  Se construyó allí una tumba de piedra y en ella se puso un Lingam Sagrado que se trajo de Benares. Posteriormente se erigió un gran Templo en ese lugar, al que se dio término en 1949, y se le conoce como Matrubhateswara: "el Templo de Dios Manifestado como Madre". 
Y así como la llegada de Alagammal significó una nueva época en el Ashram, también lo hizo su partida.  El desarrollo del Ashram se acrecentó.  Había adeptos que sentían que, como Shakti o Energía Creativa, la presencia de Alagamal era ahora más poderosa que antes. 
  En una oportunidad Sri Bhagavan dijo:
- "¿Adónde se ha ido ella? ¡Ella está aquí!" -. 
El hermano menor, Nirajanananda Swami, fijó su morada al pie de la Colina cerca de la tumba en lo días posteriores. Sri Bhagavan permaneció siempre en la Colina, pero casi todos los días bajaba por la cuesta hasta la tumba, a casi media hora de marcha. Entonces, un día, unos seis meses después del fallecimiento, salió para dar un paseo y, mientras caminaba, sintió un poderoso impulso de bajar hasta la tumba y quedarse allí.  Y así fue fundado el presente Sri Ramanashram:
Comentarios:
   "Si nos es difícil a todos, al común de los hombres y mujeres en este mundo, el trascender hasta nuestros más imberbes y rutinarios hábitos mentales, seguramente nos resultará entonces imposible el siquiera imaginar cuan difícil y cuan ciertamente severo, ha de haber sido para esta gran Mujer, el transitar el camino de profundo desprendimiento que le impusieron las circunstancias en tan corto tiempo (seis años apenas). Y esto, cabe decir, muy a pesar de haber sido expuesta a tantos hechos extraordinarios devenidos de la acción de su propio Hijo con el propósito antedicho, y ser además una persona que perteneció a una sociedad y a una religión cuyo conocimiento y práctica de la ortodoxia es algo que puede considerarse dentro de lo cultural-tradicional, por decir lo menos. Sin embargo, todo esto ciertamente nos deja con algunas dudas: ¿Cómo era posible – cabe preguntarse también - que Alagammal se resistiera tanto a aceptar la condición Divina y Universal de su hijo?
El hogar hindú, según se desprende de su propia idiosincrasia, es de por si una escuela en la formación Espiritual de todo el grupo familiar; y muy especialmente en la casta Brahmánica (la más alta jerarquía Espiritual dentro de las cuatro castas tradicionales de la India).  Es parte de su "Inherente Cultura Ancestral" , y es por ello por lo que se nos dificulta un poco a los occidentales, entender suficientemente el por qué de aquella "resistencia inicial" de Alagammal, de no querer admitir, merced de su condición por supuesto legítima de ser una madre, el "Carácter Trascendental" de su hijo por encima de todo lazo o relación familiar. 
Los mismos adeptos habían dado ya para ese tiempo suficientes testimonios acerca de la trascendental condición de Sri Bhagavan como un auténtico "Jivamukta" (un realizado en vida).  Entonces, ¿era acaso tan fuerte su sujeción a un orden familiar, a un lazo consanguíneo directo, que la hacía subestimar tanto este hecho? ¿Consideraba quizás el valor de la maternidad como algo moralmente pétreo, de carácter absolutista e inamovible, por encima aún de todo conocimiento y realidad teológica; sea este Vedántico o religioso en general? ¿Algo tan profundo en ella como para no admitir este hecho más allá de su propio razonamiento terrenal?  
   No cabe duda de que la relación de amor entre una madre y su hijo, en casi todas las culturas del mundo, tiene de por si unas características que bien podríamos considerar como "extra - trascendentes".

   Las religiones, en general, tienen dos fundamentos esenciales con los cuales se expresan al mundo: uno es el carácter masivo y universal, mediante el cual las diferentes doctrinas publicitan o predican los basamentos "morales", "ritualistas" y "Espirituales" que le son inherentes.  Y el otro, el carácter "ortodoxo", reservado para aquellos que acometen más directa y disciplinadamente dicha esencia doctrinal.  Más, son innumerables los casos en que nos encontramos con grupos, familias o individuos, que practican aspectos de la ortodoxia esencial de sus respectivas doctrinas religiosas pero sin tener una plena comprensión de ellas; y por tanto, las convierten - me atrevo a decir - en toda una ficción dogmática incomprensible que raya a veces en una suerte de fetichismo absurdo, y que luego resultan en tan solo una mística literatura de salón practicada por alguna clase social elitesca.

  En la página ochenta y dos (82) del libro de Osborne, encontramos un pequeño relato que quizás nos pueda dar una mejor pista de lo que acontecía con Alagammal a este contexto: Acota Osborne, que la comprensión de Alagammal fue desarrollándose gradualmente. Pero luego continúa:
…"Aún entonces, Sri Bhagavan solía burlarse constantemente de sus escrúpulos ortodoxos". "Si por casualidad su "sari" (bata o vestido tradicional Indio) tocaba a un miembro del Ashram no-brahmán, el Maestro exclamaba con burlona consternación hacia ella: "¡Mirad! ¡La pureza se ha perdido!  ¡La religión se ha desvanecido! ¿Qué vamos a hacer ahora?"                              

 "La comida del Ashram era estrictamente vegetariana, pero Alagammal, como alguno de los brahmanes muy devotos, iba al extremo y consideraba que algunos vegetales eran no sáttvicos (impuros); y Sri Bhagavan le decía burlándose: "¡Cuidado con esa cebolla!  ¡Es un gran obstáculo para el Moksha (La Liberación)!"…etc. 

"Es preciso decir aquí - agrega Osborne - que Sri Bhagavan no desaprobaba por lo general la ortodoxia.  En este caso el apego a las formas de la ortodoxia era excesivo y esto era lo que atacaba. Iguales circunstancias se repetían con los perros y otros animales del Ashram; los brahmanes no suelen tocar a estos animales, pues los consideran impuros, etc".
Lo anterior, quizás, nos puede aclarar un poco más cual era entonces el nivel de formación y comprensión Espiritual que tenía la madre de Sri Bhagavan al momento de enfrentar todo lo que hubo de enfrentar. Debió llegar seguramente a una comprensión más genuina de lo que hasta ese momento, en apariencia, eran para ella tan solo trozos o aforismos religiosos ortodoxos. Algo que el costumbrismo y la tradición arrastran inevitablemente consigo a través del tiempo.
Agregando aún más, hasta este momento no hay nada que nos indique biográficamente, que la familia de Venkataraman hubiese verdaderamente practicado la ortodoxia Espiritual hindú como tal: Sri Bhagavan, en su narración acerca de Su Despertar Espiritual, nos cuenta que no tenía para ese entonces (a los 16 años de edad) ninguna mayor preparación en los temas Sagrados; dijo:
- "No había leído libro alguno excepto el Periapuranam, la Biblia y algunos trozos del Tayumanavar o Tevaram." -. 
Lo que nos revela en cierto grado, que no existía en verdad una disciplina familiar religiosa sólida y obligatoria, como correspondería a una familia que práctica la ortodoxia dentro del hogar.  Más, podemos asumir que este grupo familiar, como casi todos los hogares hindúes brahmánicos, debió haber estado ciertamente imbuido en algo acerca de dicho bagaje cultural y religioso.
Luego de esta ligera, pero quizás, necesaria seudo exploración, podemos entonces aventurarnos un poco más, y asegurar que, a Alagammal, aunque le eran conocidas las prácticas ortodoxas correspondientes a su casta brahmánica, y hacía algunos peregrinajes de cuando en cuando, su estricta significación y trascendencias no le eran pues del todo muy claras. Consecuentemente, sus valores Espirituales pudieron estar más bien coronados, por así decirlo, por el lazo de Amor más sagrado concebible en este mundo: "El Amor entre una madre y su hijo".
Y creámoslo: difícilmente pudiera alguien no concederle la razón a Alagammal bajo estas circunstancias.
"Nadie es profeta en su propia tierra" reza el dicho Bíblico; y el que Alagammal tuviese dificultad para admitir a su hijo como a una Encarnación Divina es algo que todos podemos aceptar como un hecho natural en nuestras sociedades. Pero, lo que resultaba más difícil para ella en ese entonces, a mí entender, es que pudiera percibir a su hijo únicamente como al Atman en todos y en todo; como Dios mismo. "Una suerte de percepción que no solamente era algo difícil para ella, sino que de hecho lo era también, para gran parte de los devotos concurrentes al Ashram".
No es una aventura asegurar que la mayor parte de los devotos de Sri Bhagavan no llegaron nunca a visualizarlo totalmente como el Atman Puro y Universal que Era; al menos no completamente; sino que se le seguían identificando en gran manera con "el cuerpo físico". Hay testimonios escritos de lo dificultoso que esto solía ser para la mayor parte de ellos:
"Uno de los más allegados y antiguos adeptos, quién llevaba ya unos cuarenta largos años muy cerca de Sri Bhagavan, fue comisionado para trasladarse a otra ciudad con el fin de instalarse allá, y dar orientación a un grupo de adeptos a los cuales se les imposibilitaba el continuo traslado a Tiruvannamalai.  Sin embargo, el adepto en cuestión, se escandalizó sobre manera y armó toda una llorantina cuando aquello le fue comunicado.   
Fue a quejarse gimiendo ante Sri Bhagavan: ¿Cómo era posible que fueran ahora a apartarlo de su Swami? ¿Qué iba a ser de él sin Bhagavan? ¿Porqué el Swami lo abandonaba ahora después de tanto tiempo con Él?, etc. 
   Sri Bhagavan se volteó entonces hacia los demás en la sala y dijo:
"Aquí hay alguien que ha estado escuchando mi enseñanza durante cuarenta años ¡y ahora dice que se va lejos de Sri Bhagavan! 
Este episodio ilustra de manera fehaciente lo difícil que podía ser para algunos, a pesar de la Presencia y las constantes palabras del Maestro, y de toda la literatura Espiritual ya desarrollada al respecto, desde innumerables siglos de religiosidad Vedántica y demás.
"Les era casi imposible el no relacionar a Sri Bhagavan con el cuerpo que veían ante ellos".  Cuando en verdad debían, luego de algún tiempo al menos, percibir claramente y comprender que Sri Bhagavan era el Atma en todo y por doquier.
Más, este es un grado de percepción que se va desarrollando con la práctica de los distintos métodos samádhicos o yóguicos, y el claro discernimiento de nuestras propias corrientes de percepción internas y externas a través de los años (o a través de algunas cuantas vidas como lo aseguran los mismos Hindúes). Todo depende de la madures Espiritual inicial del individuo como punto de partida, cómo lo aseguraba el mismo Sri Bhagavan.  Y para esto no había categorizaciones ni condiciones de edad, sexo, o nivel de preparación intelectual.
Cuenta Osborne (acerca de su propia familia):
"Cuando Francia (su propia hija menor), la más pequeña, tuvo siete años, los otros dos (sus hermanos) hablaban constantemente de sus amiguitos, y ella, que no tenía amiguitos aún, pero que no quería que la dejaran de lado, dijo que el Dr. Syed (uno de los viejos adeptos) era el mejor amigo que tenía en el mundo". 
Se lo repitieron a Sri Bhagavan cuando la niña estaba ante Él:
- "¿Ah?" - Respondió el Swami, mirándola con un teatral interés superficial-"A lo que su madre agregó: - ¿Y Bhagavan, Francia? ¿Qué piensas de Sri Bhagavan?" -.
El Maestro mostró entonces sumo interés y Francia le dijo mirándolo directamente:
- "¡Bhagavan no está en el mundo!" -.
"¡Eh!" -  Se enderezó entonces el Maestro sorprendido y con una expresión de deleite, tocándose con el índice el costado de la nariz como solía hacerlo cuando estaba impresionado. 
Tradujo el relato al Tamil en ese mismo momento y se los repetía deleitado a todos los que iban entrando al edificio. Luego, el mismo Dr. Syed, ante una audiencia ya sorprendida, preguntó a la niña dónde estaba Sri Bhagavan puesto que no estaba en el mundo…
 Y ella respondió con suma espontaneidad: - "¡Está en todas partes!" -.
El Dr. Syed  prosiguió: - ¿Cómo podemos decir que no es un hombre que está en el mundo como nosotros, sino en todas partes, cuando lo vemos sentado allí en el lecho, comiendo y bebiendo, y andando de un lado para otro como los demás?-.
                        Y la niña entonces replicó: - "¡Hablemos de otra cosa!"- .
Como se puede ver claramente, el reconocimiento de Sri Bhagavan como un Ser Divino no dependía para nada de la naturaleza de las relaciones externas y mundanas; fueran estas de carácter familiar o no. Y es por eso que asumimos, al igual que Osborne, la existencia de algún otro "nudo conflictivo interno mayor" que debió existir en Alagammal a la hora de trascender su propia condición materna. (Fuera éste el sentimiento de superioridad y orgullo en ser la madre, o el de su condición individual, que aún le impedía percibir más allá de lo terrenal y superfluo).  
En todo caso, había verdaderas dificultades de carácter emocional que ciertamente le impidieron abrirse a una mayor percepción en cuanto a quién, o qué, era su hijo; y que le hicieron padecer desde el mismo principio, un grande y doloroso sufrimiento.
Sólo Dios sabe cuantas cosas no habría de cuestionarse esta Mujer en el andar de aquellos pocos años con respecto de todas las cosas que la constituían hasta esos momentos como ser humano: "su conformada identidad (su ego), sus perspectivas y proyecciones mentales a futuro, la naturaleza del mundo, del Espíritu, y por sobre todo, la naturaleza de su propio Hijo".  
Sri Bhagavan, como hemos tenido ocasión de apreciar, no cedió jamás. Se mantuvo siempre firme frente a ella en todas las cosas. – "Lo Real no admite prebendas" -. Y hubiese sido realmente muy interesante observar cual era la actitud interna de Alagammal cuando lo veía allí sentado en una completa Absorción Espiritual. Cómo nos narra Osborne:
- "El cuerpo quieto, el rostro eterno, majestuoso, como tallado en la roca"- .
Y se nos haría necesario preguntarle que sentía allí, tan expuesta a la irradiante y poderosa fuerza Espiritual del Maharshi que tanto describiesen los adeptos y en especial los occidentales como Paul Bruntón:
- "Es una firme corriente de quietud que parece fluir muy junto a mí, y una gran paz que penetra en las honduras más recónditas de mi ser.  Y mi cerebro, tan torturado por los pensamientos, empieza al fin a conocer el descanso"-.
   Si aunamos todo lo anterior con el proceso que sufriera también Alagammal, ante las insólitas transfiguraciones de Sri Bhagavan y luego su total indefensión, yaciendo en el lecho de muerte pero estando igualmente bajo la influencia presente del Maharshi, entonces quizás, y sólo quizás, podríamos darnos una idea de la forma como fue conducida la psiques, el corazón y la conciencia de esta gran mujer, hasta coronar el logro mayor: "Su absorción en el Atma".
   Un objetivo que si podemos estar seguros fue el acometido por el Maharshi desde el mismo principio… y lo digo, no solamente porque ese era el objetivo común del Maestro hacia todos los demás seres humanos; sino porque "significa en verdad el Mayor Bien que hijo alguno podría jamás otorgar a su Amada Progenitora". 
"¡Arunachala, ardiente fuego de conocimiento!
 Envuelve a mi madre en tu Luz y haz que sea una contigo".
Y lo especifico ahora, por que es posible que alguno haya tenido la idea de que la actitud de Sri Bhagavan hacia su madre, rayaba quizás en algo sumamente cruel o despótico.  Todo lo contrario.  El Maharshi, como el Gran Preceptor de almas que es, debe haber sabido muy bien, más que ningún otro y desde el comienzo mismo, hacia donde dirigir aquel tan enraizado amor materno en una forma más que certera. Para depositarlo luego allí, en las manos del Altísimo, que es la Fuente y Origen de todo Ser y todo Gran Amor.   Como lo comentaría muy bien nuestro querido Arthur Osborne:
"Para salvarla de la más grande fiebre de la ilusión y llevarla de vuelta a la Unicidad con el Atman, que es la conciencia liberada del delirio de la vida".

¡Mil Gracias… Y un muy feliz día de la Madre!

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