LA NUEVA CONCIENCIA ENTRE ESPECIES, Y LA VOZ DE LOS ANIMALES.....

LA NUEVA CONCIENCIA ENTRE ESPECIES Y LA VOZ DE LOS ANIMALES…Para cambiar nuestros paradigmas!
Se aconseja escuchar la música mientras se lee el artículo
 por Mª Victoria Simona
I URBAN VEGAN FESTIVAL (Daganzo, Febrero 2011)
Buenas tardes, mi nombre es Mª Victoria Simona y vengo a hablaros sobre esta nueva conciencia entre especies.
El
 punto de vista desde el que os vengo a hablar puede resultar un poco 
particular, cuando menos poco oído hasta el día de hoy en nuestro país. 
Es el punto de vista de los animales y demás especies que conviven con 
nosotros.
Para
 ello lo mejor será empezar contándoos en qué consiste mi profesión. Soy
 terapeuta de animales y personas por igual, pero la razón principal por
 la que estoy aquí hablando hoy es que soy una Comunicadora entre 
especies, esto es, me dedico a comunicar telepáticamente con individuos 
de distintas especies, normalmente uno de ellos es un humano… pero no 
siempre; y también me dedico a dar cursos para que cada vez más gente 
vaya aprendiendo a comunicarse con otras especies por si mismos, que es 
lo realmente bello.
Todas
 esas actividades las auno en un espacio llamado ENTRESPECIES dedicado 
al desarrollo del lenguaje común a todos los seres vivos, la Telepatía, 
la comprensión y el respeto así como la sanación entre las diferentes 
especies.
Vale… ¿y en qué consiste eso de la telepatía entre especies?
Bien, provenientes del griego antiguo el prefijo Tele tiene que ver con distancia, y patía, con sentimiento o sensación.
 
La telepatía es por lo tanto la capacidad de sentir al otro a través de 
la distancia, sin importar kilómetros, condiciones geográficas, posibles
 muros o fronteras entre los individuos en cuestión… A través del canal 
telepático están unidos todos los seres vivos sobre la Tierra, incluida 
ella misma, por supuesto, que es un magnífico ser vivo, lleno de vida y 
consciencia, y tremendamente generoso.
La
 Telepatía no es un don especial vedado a unos pocos especialmente 
dotados o sensibles, ni mucho menos un superpoder de ciencia ficción, 
como aún hay quien cree por ahí.
 
Se trata de una capacidad innata a todas las especies, incluido el ser 
humano, ¿por qué no? Al fin y al cabo somos uno más; esta es una de las 
características de la telepatía.
Se
 trata de una comprensión consciente e inconsciente al mismo tiempo del 
otro, de sus pensamientos, su estado de ánimo y de su experiencia, una 
comprensión tan profunda que uno llega a sentirse el otro.
Y
 llegados a este punto seguramente hay quien se esté preguntando: ¿cómo 
es que estoy tan segura de haber establecido dicho contacto y no estar 
viviendo una fantasía de mi propia creación?
 
Esta es una pregunta estupenda y muy sana que surge cuando uno se 
plantea la posibilidad de la comunicación telepática y que conviene 
seguir haciéndose durante nuestros primeros pasos telepáticos, cuando 
decidimos recuperar esta capacidad y nos ponemos manos a la obra.
La
 respuesta es que la comunicación se confirma repetidamente por los 
resultados: los aprendizajes, los cambios de comportamiento como 
resultado de una comprensión mutua, la tranquilidad, una más estrecha 
colaboración…Porque como he comentado, la comunicación telepática no 
depende de la distancia. 
Depende
 de la sintonización, de saber con quién estas comunicando, de ser capaz
 de entender al otro como un igual, identificarte con él, con su 
individualidad, su espiritualidad, emociones, sentimientos, sus propios 
valores.
Cuando
 un ser humano y otro animal trabajan juntos en la comprensión mutua se 
apela a la nobleza y al respeto mutuo, así es como la armonía y la 
dignidad sustituyen al temor y su fruto más inmediato, la agresión.
 La conexión telepática nos hace 
sentir, nos hace vivir, la realidad de que somos uno más, uno con todo 
lo que está vivo a nuestro alrededor. 
Nos
 aleja de la idea de estar solos y aislados, como cada día más y más 
personas se sienten de forma continuada; nos saca de la idea de estar 
solos en el planeta como única especie inteligente porque comienzas a 
entender los valores del otro y a contar con ellos al tomar decisiones.
Mediante
 la expansión de la capacidad telepática se amplía nuestro concepto de 
vida, comenzamos a entender que hay mucha más vida a nuestro alrededor 
de la que nos habíamos permitido observar hasta ese momento.
A
 través de la telepatía se crea un vínculo totalmente distinto a las 
relaciones neuróticas que a menudo desarrollamos con individuos de otras
 especies, por ejemplo con nuestras mascotas, (y uso la palabra mascotas
 conscientemente, por sus implicaciones de propiedad y dependencia).
¿que a qué me refiero? esto lo entendemos muy bien cuando vemos a alguien maltratando a su perro, por ejemplo. 
Es
 fácil ver que la rabia acumulada por esa persona no era principalmente 
por que el perro hizo lo que no debía, porque pisó las flores del jardín
 que acaba de plantar, o porque se hizo adulto, o algo así.
 
Es fácil entender que eso fue solo la chispa que encendió el polvorín y 
que fueron sus circunstancias de vida, sus propias frustraciones 
acumuladas las que crearon toda esa rabia, y que probablemente la pagó 
con el perro porque lo siente cercano, se identifica con él, proyecta 
sobre él su rabia y le hace lo que en realidad quiere hacerse a si 
mismo.
Proyectamos
 sobre nuestros animales nuestros apegos, anhelos, ansiedades, y ellos, 
por amor a nosotros intentan satisfacer estas expectativas.
En
 un caso parecido de maltrato en el que tuve la ocasión de contactar con
 el perro Maltratado, éste me decía: “él me necesita, es la única manera
 en la que se permite expresar ese sentimiento. 
Mientras
 me pega él se libera y se alinea con quien vino a ser. Tal vez un día 
pegándome vea que es momento de dar un paso más y dejar de hacer lo que 
tanta rabia le causa y comenzar a hacer lo que realmente le hace felíz. 
Me necesita.”
Y hay otros casos, puede que no tan llamativos, pero igualmente neuróticos e insanos, tanto para el animal como para el humano. 
Nuestro compañero animal siempre querrá echar una mano como sea, estando a la altura…
Hace
 poco unos amigos aumentaron su familia con un perrito, precioso, 
simpático y listo. Un perro de raza con un gran pedigrí también, mis 
amigos fantaseaban con llevarlo a campeonatos de belleza, estaban 
seguros de que romperían la pana juntos.
 
Sin embargo una semana antes de los campeonatos el perrito siempre 
enfermaba. Me llamaron para una consulta para preguntar al animal a qué 
se debía su malestar, resultó que el perrito se ponía enfermo de 
ansiedad sólo de pensar en las competiciones, no era nada competitivo, y
 la idea de no estar ala altura le enfermaba. Cambiaron mis amigos sus 
expectativas y el perrito no volvió a tener recaídas.
El
 afán de nuestros compañeros animales por ayudar, su deseo de asistirnos
 sea como sea, incluso a costa de su salud, es lo más parecido que 
conozco al amor incondicional.
Pero
 no solo establecemos este tipo de relaciones con nuestras mascotas, 
también proyectamos nuestras neurosis sobre animales que no lo son y ya 
de por sí denominamos “salvajes” (¿no hacían eso mismo los romanos en su
 día cuando todo aquello del Imperio? 
Ellos
 también llamaban “salvajes” a quienes vivían fuera de sus fronteras, 
les costaba identificarlos como seres de su misma especies, incapaces de
 desarrollar una “cultura” según sus valores). Permitirme que los llame 
libres, sólo por hoy.

En
 mis cursos de telepatía suelo hacer una dinámica a través de la cual 
los alumnos contactan cada uno con un animal que les elige a ellos, a 
menudo son animales libres, alguno que ni siquiera ha tenido mucho 
contacto con el hombre en sus vidas. 
El
 cambio de las personas en sus opiniones y sentimientos sobre el animal 
con el que hacen el trabajo es inmediato y a menudo esclarecedor para 
todo el grupo de cuán infundadas suelen estar nuestras ideas 
preconcebidas sobre estos animales y los miedos que en ellas se basan.
Una
 vez caminando por el campo decidí hacer una práctica que me había 
contado un amigo mío mejicano, que suelen hacer los indios huicholes.
 
Ellos caminan descalzos por el desierto de Sonora incluso en luna nueva.
 No se preocupan de los cactus, ni de los alacranes, ni las serpientes… 
consideran que nada puede pasarles teniendo, como tienen, porque se lo 
trabajan, el corazón limpito.
Total,
 comencé a caminar campo a través, no descalza, (era invierno en 
Calatayud) pero sí sin mirar al suelo, confiando, y/o poniendo a prueba 
el nivel de limpieza de mi corazón.
 
Al cuarto paso, no sé bien si por miedo o por inercia miré al suelo 
según iba a apoyar el pie, ¡y menos mal!, la serpiente más grande que he
 visto yo suelta por España estaba justo en el lugar hacia el que se 
dirigía mi bota. 
Evité
 pisarla por los pelos y aún con el susto en el cuerpo me salió del alma
 pedirle perdón, no telepáticamente, a viva voz “Ay, perdona!”. 
La
 serpiente, completamente en guardia, claro, primero por la amenaza de 
pisada, pero luego porque se trataba de un humano asustado, y eso es sin
 duda una pedazo de amenaza suelta en la naturaleza, quedó atónita al 
recibir mi solicitud de perdón, se recuperó con la rapidez de las 
serpientes, supervivientes natas, y ya relajada se quedó escrutándome 
con una pregunta que ya me había hecho algún otro animal salvaje antes 
“¿quien eres tú?”
Tal vez os ayude a entender la trascendencia de ese momento la definición de respeto que un amigo animal me dio una vez. 
Me
 comentó que los animales entienden el respeto como una amable mezcla 
entre tolerancia e interés. Y una amable mezcla entre tolerancia e 
interés, eso es lo que sentí que la serpiente me enviaba en su pregunta 
“¿quién eres tú?”Es una buena pregunta, ¿verdad?, desde hace un tiempo 
procuro hacérmela siempre que tengo un rato.
El
 caso es que eso es lo que nos encontramos los seres humanos cuando nos 
decidimos a abrirnos a la comunicación y comprensión por las demás 
especies, interés y respeto, a menudo también, tanta tolerancia que nos 
confunde y pensamos que es que no se enteran, “no se han enterado, por 
eso no hay rencor”… pero se enteran, si se enteran.
 
Es sólo que… hay tanto amor ahí fuera… (fuera de nuestra burbuja). A 
pesar de los miles de años ignorándoles, utilizándoles como objetos de 
consumo, considerándonos únicos y especiales cuando lo único que pasa es
 que hemos decidido no escuchar, en el momento en que nos abrimos a 
ellos, ahí están, ni rencores ni venganzas, solo interés y tolerancia.
No
 sé cuántos de aquí han estado cerca de un delfín alguna vez… es una 
verdadera maravilla, esos animales respiran amor y solo estar cerca de 
ellos te abre el corazón irremediablemente. A todo el mundo le gustan 
los delfines… ¿alguna vez os habéis preguntado por qué?… esos animales 
tienen tanto amor propio, tanto amor a sí mismos, que lo irradian a todo
 lo que les rodea.
Según
 vas reconectándote a través de la telepatía con la naturaleza, vas 
recuperando el amor por ti mismo y por los que te rodean, me refiero a 
Amor de verdad, del que es eterno e incondicional, no del neurótico que 
todos conocemos y con el que hacemos canciones desesperadas o tiramos 
fuegos artificiales según venga el aire.

La
 relación con los animales que se desarrolla a través de la telepatía es
 inmensamente distinta a la desesperada condición de dependencia que 
establecen muchos humanos con sus mascotas, y vamos a aprovechar este 
momento para decir que los animales prefieren ser llamados amigo animal o
 compañero animal y evitar las connotaciones de propiedad y dependencia 
del término mascota.
 
Sólo con este cambio nosotros proyectamos sentimientos más sanos y sobre
 la relación y es para ellos más fácil encontrar su sitio sin verse 
envueltos en los desequilibrios de sus compañeros humanos debido a la 
dependencia y a su profundo deseo de servir y ayudar a éstos.
El animal puede ponerse enfermo cuando trata de curar, limpiar o proyectar las emociones no digeridas de su compañero humano.
 
La falta del suficiente contacto con la naturaleza, de dietas sanas o 
suficiente ejercicio no les ayuda en el proceso y terminan por sufrir 
las mismas enfermedades que sus dueños o, a menudo, sufriendo las 
enfermedades en vez de sus dueños.
Recuerdo
 una vez en que llamó a mi consulta una mujer para que hablara y tratara
 a su gato, enfermo del hígado de la noche a la mañana, estaba siguiendo
 cuidados veterinarios pero quería preguntarle al gato si sabía de donde
 venía su dolencia y si había algo más, que él supiera, que ella pudiera
 hacer. 
Al
 hablar con aquel gatito, él lo tenía muy claro, su hígado estaba 
procesando la sobrecarga de ira acumulada por su dueña durante la última
 semana, pues hacía solo unos días que había sido despedida sin motivo 
ni aviso previo de la empresa donde llevaba trabajando toda la vida.
Al
 oír la versión de su gato la mujer, que llevaba desde entonces 
paralizada por las emociones, negándose la ira, y sin ser capaz de 
avanzar, reaccionó. 
Hizo
 por su gato lo que no pudo en un principio hacer por ella misma, 
afrontó y encauzó su ira hasta digerir la experiencia como un valioso 
aprendizaje de vida y el gato se recuperó al mismo ritmo en que ella fue
 avanzando en su proceso.
Aprender
 a manejar nuestras emociones aceptándolas y trasmutándolas, permitiendo
 que se conviertan en energía de aprendizaje no es sólo algo que nos 
ayude a nosotros mismos, todo está conectado, es una manera de ayudar al
 mundo, desde luego, de ayudar a nuestros animales.
 La naturaleza no está ahí para 
servirnos, pero nuestra sordera ha propiciado nuestra ceguera, pensamos 
que si están ahí es porque nos lo hemos ganado. 
¿Cómo?
 pregunto yo. Lo cierto es que la idea de la Naturaleza era justamente 
la contraria, que los seres humanos pudieran estar ahí y echar un cable a
 los demás seres vivos, uniendo los diferentes reinos y ayudando (que no
 manipulándolos).
Se
 diría que nos hemos perdido y hemos estando avanzando en dirección 
equivocada, pero los animales celebran que, al menos ahora, nos estamos 
dando cuenta.
 Y
 eso amigos es lo que hemos venido a celebrar hoy aquí, ¿no es así? Lo 
empezamos a sentir donde comienzan todas las sensaciones, en el 
estómago, a través de su conexión directa con el corazón, esta es la 
dirección, y nos estamos poniendo manos a la obra.
Porque aquí, hoy, ESTAMOS MANOS A LA OBRA. Estamos dándonos cuenta, aprendiendo, y disfrutando con ello.
Como
 un amigo animal me dijo una vez, “la especie humana está floreciendo, 
sus corazones se están, por fin, abriendo a la vida. Este es un cambio 
largamente esperado por todos los seres vivos en todo el Universo.”
A
 menudo, al final de mis cursos los animales que nos ayudan me piden que
 les diga a mis alumnos de su parte, que son unos valientes, valientes 
capaces de volver a mirar para entender ¿recordáis la definición animal 
sobre el respeto?, la capacidad de volver a mirar con una amable mezcla 
entre interés y tolerancia.
Mi
 perro Gastby me dijo una vez, “Si quieres conocer a algo o a alguien 
respétalo y deja que ese respeto vaya convirtiéndose en conocimiento.”
Los animales, en general, me han pedido que diga algo aquí hoy, para todos vosotros.
Ellos
 querían estar presentes, están felices por una iniciativa como ésta y 
esperanzados por toda esta gente reunida celebrando unos valores que 
abren paso a una nueva conciencia entre todas las especies del planeta, 
una conciencia en la que todas las especies participan, sin miedo a ser 
explotadas, ni siquiera utilizadas, sino colaborando entre ellas. 
Una celebración de gente dispuesta a cambiarse a sí mismos para hacer más espacio al Amor en sus vidas.
Estamos viviendo momentos turbulentos, en la especie humana se dan hoy en día muchas distintas conciencias creando juntas.
 Y los temas que nos ocupan hoy aquí todos los estamos aún aprendiendo a integrar en las diferentes facetas de nuestra vida.
Igual
 que ocurre con las diferentes especies sobre la Tierra, cada uno de 
nosotros hemos llegado hasta aquí por caminos distintos, cada uno ha 
hecho sus elecciones de vida desde sus propios criterios, no 
necesariamente los mismos para cada uno de nosotros aunque nos hayan 
reunido finalmente en un mismo lugar.
 
Aunque sí creo que todos los que estamos aquí sabemos por nuestras 
propias experiencias de vida lo importante que es saber respetar los 
valores y formas de vida de los que te rodean, todos lo deseamos para 
nosotros y eso nos capacita para saber hacerlo con los demás.
Incluso
 en momentos turbulentos como éstos, unos valores de vida basados en el 
Amor no pueden imponerse a nadie, eso lo sabemos, pero si pueden 
compartirse; y en eso estamos aquí hoy, compartiéndolos y celebrándolos,
 creando nuevos espacios para que esto suceda.

María Victoria Simona- (Comunicadora entre especies)
 
 
 
 
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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